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Se ha venido hablando sobre la ”revolución” en Colombia. Muchos analistas plantean que ya la revolución no tiene cabida en Colombia en una muestra descomunal de que abordan el tema con una gran dosis de ignorancia y mala fe. Otros hablan que en Suramérica no hay procesos revolucionarios, desconociendo el accionar de los pueblos de la subregión, quizás tratando de tapar el sol con un dedo.
Para clarificar un poco las cosas, tenemos que decir que una ”revolución” es resultado de un proceso de cambio en el cual un pueblo decide y determina ”cambiar el estado de cosas” por el que ha estado transitando hasta ese momento agarrados de unas manos que no eran las suyas. Ese cambio va a ser violento o pacífico de acuerdo con la posición de defensa del régimen que se quiere cambiar (la mano que lo ha dirigido hasta entonces). Ello significa entonces que es el grupo en el poder el que define las ”armas” que se usarán, es decir, si toca desarrollar una vía armada o una vía no armada, una vía violenta o una vía pacífica.
Hasta el momento actual el imperio estadounidense había cercenado las aspiraciones pacíficas de los pueblos para adelantar las transformaciones de una revolución de la manera pacífica. Recordemos a Salvador Allende y el golpe de estado preparado por la CIA en 1973, el cual fue ejecutado por Augusto Pinochet.
Mas en los momentos actuales, en la latinoamérica de hoy, en la medida que se ha ido profundizando la crisis estructural del capitalismo, vemos procesos revolucionarios de diferentes tipos y niveles. Y lo realmente llamativo de éstos procesos es su carácter pacífico. No ha sido necesario el uso de las armas ni el derramamiento de sangre, toda vez que, por ejemplo, las fuerzas armadas de esos países se han involucrado directamente en éstos procesos al lado de sus pueblos. Al tiempo, los pueblos han ido desarrollando lo que ciertos cientistas sociales llaman la revolución cultural (erradicación del analfabetismo, elevación de la escolaridad, aumento de la cobertura de salud, acceso gratuito a la educación, etc).
Entonces por qué en Colombia no se da un proceso similar? Porque el imperio estadounidense mediante su nefasta injerencia impide que los sectores progresistas y revolucionarios se puedan nuclear y pone en práctica su Terrorismo de Estado de la Doctrina de Seguridad Nacional, y desde 1.964 han asesinado entre 250 y 500 mil personas, entre ellas 5.000 militantes del partido de izquierda Unión Patriótica (U. P.), terrorismo aplicado gustosamente por la oligarquía arrodillada al imperio.
Este Terrorismo de Estado ha buscado el resquebrajamiento del tejido social a fin de evitar que el pueblo pueda adelantar las acciones encaminadas a producir un cambio de régimen o, por lo menos, la modernización del estado. Se ha impedido así que los sectores progresistas y revolucionarios realizen las transformaciones modernizadoras y por ello vemos estructuras tan retardatarias como las colombianas en la tenencia de la tierra y en las relaciones capital-trabajo, que demuestran que la oligarquía está muy cómoda y satisfecha con el actual orden de cosas.
Los revolucionarios insistimos en la necesidad de modernizar el aparato estatal burgués ya que así se daría un desarrollo de las fuerzas productivas y con ello un desarrollo de las clases que en definitiva van a producir los cambios no sólo reformistas, sino los cambios revolucionarios que requiere nuestro pueblo. Queremos que Colombia comience a transitar los caminos de la ”modernidad” ya que está muy atrasada en relación con otros países, para en esos caminos comenzar a constuir una Nueva Institucionalidad.
Nuestra insistencia en alcanzar una salida política del conflicto interno se dirige en ese sentido y por ello reiteramos que sin paz en Colombia será imposible un proceso de reformas y ”modernización”, al tiempo que impedirá su inscripción en los nuevos vientos que soplan en latinoamérica y más bien se convertirá en ”una vaca muerta en el camino”, atravesándose a la rueda de la historia.
La paz en Colombia significará la solución de los ingentes y profundos problemas que padecemos los colombianos, a la par que un inmenso impulso a la lucha de los trabajadores colombianos por una Nueva Institucionalidad, la Nueva Colombia.
No es posible hablar de paz y que hayan niños hambrientos, desnutridos, que mueren por enfermedades derivadas de las carencias nuticionales e infecto-contagiosas, que mueren en los ”paseos de la muerte”, que no tienen educación ni salud, ni recreación de ningún tipo.
No es posible hablar de paz si se vive el día a día con la mordida salvaje del desempleo, el subempleo, la pobreza y la indigencia. No es posible hablar de paz si se vive en la precariedad de los barrios ”subnormales”, en los cinturones de miseria de las ciudades.
No es posible hablar de paz si se vive en la certidumbre de la existencia de ningún mañana, de ningún futuro, lo cual hace que nuestras gentes sean presa fácil de la delincuencia común, del narcotráfico y del paramilitarismo.
Mientras no sea posible hacer la paz siempre habrá la necesidad de una revolución con todo lo que ella implica. Cambio total de las estructuras. Si las viejas clases en el poder no quieren hacer los cambios por las buenas, pues entonces tendremos que apoderarnos del vetusto aparato estatal para construir desde cimientos nuevos toda la insitucionalidad de liberación y paz, de justicia social, libertad, independencia, democracia y soberanía nacional.
/alp
Semana que se inició con la posesión de la nueva administración colombiana con promesas de ”diálogos al exterior” y ”guerra al interior”, amén de las promesas eternas de superación de la pobreza y el desempleo.
Estos anuncios desencadenaron casi inmediatamente un encuentro bilateral Venezuela-Colombia y la recomposición de las relaciones, con un aliento de tranquilidad en la frontera entre los dos países. Y es que así deben ser las relaciones entre buenos hermanos y vecinos.
Mas hay malos hermanos que les incomoda, que les causa escozor, que las cosas se ”recompongan” porque allí, en ese estado, ellos salen perdiendo. Son los ”halcones” de la guerra, los comedores de carroña, los homo necans de que nos hablan los investigadores sociales. Los mismos que ven cómo van perdiendo importancia en la sociedad. Que miran asustados que los compromisos hechos con los halcones del pentágono no podrán cumplirlos.
Por ello hicieron estallar el bombazo. Para hacerse ”sentir”. Para que los vieran. Es la única forma de hacerse notar en una sociedad que apenas inicia un camino para buscar alternativas diferentes a la guerra, por una salida civilizada. O por lo menos eso decían.
Los ”hombres de negro”, los agenciadores de la muerte, hacen sonar su lúgubre concierto, y la ciudad entera se estremece. Otra vez los bombazos. Mas siempre dejan sus rastros. El carro es de un miembro de las fuerzas militares, a quien dizque se lo robaron, cuento que no se traga ni la fiscalía. Ya apareció el que gemelió las placas. Ya Arizmendi asustado, porque se las debe a Uribhitler, dijo y denunció que les habían retirado las escoltas del edificio una semana antes. Como en la ”Toma del Palacio de Justicia”. Y, lógico, ya comienzan las pesquisas y todas apuntan a los cuarteles militares.
El bombazo lo sintieron también en la Corte Constitucional y les tocó parar la declaratoria de inexequibilidad del Acuerdo Militar con el gobierno de Estados Unidos. Y es que cuando está de por medio la seguridad personal a todo el mundo se les ensopan los calzones. Mas si la cosa es con los ”gringos”.
Para completar el panorama se disparan los asesinatos y las amenzas de líderes populares, sindicalistas y defensores de derechos humanos. Ivan Cepeda es uno de ellos. Lo que nosotros no sabemos es si Uribhitler cumplió con la sentencia de CIDH. Están también matando a los líderes revolucionarios del PDA (quizá para facilitarle el camino de la re-toma del POLO por parte del ex candidato preidencial del PDA).
Una semana que muestra que los carroñeros de la guerra seguirán desatando sus acciones de odio a fin de marcarle a Colombia el sendero de guerra por el cual venía transitando. El pueblo debe marcarle el rumbo de paz al gobierno y a los guerreristas que peleachan bajo la sombre de la guerra y la destrucción, a los carroñeros, con sus acciones movilizadoras. Que el miedo que producen los bombazos no nos paralicen para continuar nuestra lucha por una Nueva Colombia en paz, con justicia social, libertad, independencia y soberanía.
/alp
NotiColombia Press
Una vez más las FARC han planteado la necesidad de realizar diálogos para encontrar una salida política al conflicto interno colombiano. Desde su nacimiento en 1964 la organización insurgente armada ha reiterado ésta disposición.
Consideramos necesario en estos momentos diseñar una hoja de ruta para los diálogos entre las FARC-EP y el estado colombiano ya que tarde o temprano se dará éste cara a cara, quiéralo o no el gobierno de turno, quiéralo o no el imperio gringo.
La Paz en Colombia
La Paz es un imprescindible ya que la guerra se ha ido desgastando, mucho más cuando las FARC enfrentan cuanto plan militar diseñan en los centros de poder imperiales, los estudia, aprende a combatirlos con nuevas formas de operar, y finalmente los vence al ser desechado y reemplazado por otro ”nuevo” plan militar diseñado por el imperio e impuesto a la oligarquía colombiana.
Es sabido que toda guerra tiene como fin la paz, como dicen un investigador colombiano, sea que se gane o se pierda, o más ganacioso todavía cuando se encuentran en empate "negativo", es decir, ni uno puede ni el otro tampoco vencer a su contrario y en lo que se está es en un momento de producir el mayor desgaste posible del enemigo a fin de presentarse en mejores condiciones a la mesa de diálogos.
Los diálogos y la paz interna
Los colombianos hemos aprendido a leer entre líneas los discursos oficiales y en el momento actual la nueva declaratoria de guerra del régimen al pueblo colombiano (”guerra, guerra, guerra” o ”arreciar, arreciar, arreciar”, es lo mismo), hecha por el presdiente Santos en su pposesión, nos muestra que hay una desesperación por producir ”resultados”, incluso querían arrancar el nuevo gobierno con la información de la muerte de Pastor Alape pero la fiesta se les aguó.
Quizá sería recomendable decirle al presidente colombiano que nada es más valioso para un hombre que lograr la paz sin tener que dejar tendidos en los campos miles de colombianos, y nada más honroso que mirar al contrario a los ojos y transmitirle la confianza de que con el concurso de los dos se puede alcanzar la solución al conflicto interno colombiano.
En tanto, las FARC por boca de su comandante en Jefe, Alfonso Cano, les hace un nuevo llamamiento a y los insta al diálogo al decirles: ”Sentémonos, hombre!”, con la tranquilidad del que sabe que está ganando la guerra, o que, pensamos nosotros en NotiColombia Press, no hay posibilidad de ser vencidos.
Al estar sentadas las dos partes se procederá entonces a definir cuestiones de metodología e irán al grano, al quid de la cuestión, al diálogo que si quiere la oligarquía será fructífero para sentar las bases de una paz solida en Colombia. Ya estamos adelantados los colombianos sobre los puntos de diálogo ya que en el Caguán se diseñó una Agenda que bien puede servir de guía para el diálogo.
Normalización de las relaciones entre países
El comienzo de la reconstrucción de las relaciones entre Colombia y Venezuela es necesaria para la paz regional y la comunidad internacional quiere con ello detener la utilización de Colombia por parte del gobierno de Estados Unidos en sus intentos desestabilizadores hacia algunos países, especialmente Venezuela, mas no es el único.
El presidente Chávez ha estado trabajando por solucionar la crisis entre Colombia y Venezuela en el entendido que el problema es de Colombia ya que su país no está en guerra, como sí lo está Colombia, y son los empresarios los más interesados en esa solución toda vez que les están castigando en donde más les duele, el bolsillo.
La comunidad de países de Unasur será vigilante de tal proceso y en sus instancias institucionales deberá acometer las desviaciones que desde Colombia se adelante contra el proceso de unidad regional. La oligarquía colombiana es sumamente ladina y traidora y por ello hay que tenerla bien, bien cerquita para que no tenga margen de maniobra.
Los diálogos y la paz externa
Debemos estar claros que la Paz en Colombia interesa sobremanera a los países suramericanos en particular, y a los latinoamericanos en general. Un foco de guerra que es lo que se genera de Colombia es motivo de preocupación para todos ya que en muchas ocasiones ”cuando hay incendio en una casa se incendia la del vecino”.
Por ello los paises de Unasur están pegados al devenir de la situación y la presencia del expresidente de Argentina, Nestor Kirchner, es muestra de esa enorme preocupación. Definitivamente Unasur es el escenario ideal para tratar todos éstos problemas y los que por uno u otro motivo aparecerán en el futuro, claro que ninguno tan peligroso para la estabilidad de la región como las amenazas del régimen que se fue de la Casa de Nari contra la república bolivariana de Venezuela.
Siguiendo las hojas de ruta hacia la paz los colombianos y los suramericanos estamos seguros que la paz se encenderá en Colombia y se apagarán los deseos guerreristas de los que viven de la muerte de otras seres humanos.
/alp
NotiColombia Press
Para los que esperaban esperanzados un curso diferente a la guerra, el ”nuevo” gobierno de JM ”La Hiena” Santos se encargó de acabárselas: ”El diálogo y posibles salidas negociadas de paz no están en la agenda de Gobierno Nacional”, señaló en mindefensa Rivera a la cadena RCN (Ya ayer colgábamos la frase de Santos sobre la guerra, que es la imágen del artículo, y nos preguntábamos: Le creemos?).
En NotiColombia Press hemos puntualizado sobre el significado de la Paz y ya concluíamos que el ”nuevo” gobierno de Santos era la continuidad del de Uribe, Uribe III, y que la oligarquía continuaría por la senda de la guerra, como en efecto ha sucedido.
Es necesario enfatizar que la oligarquía colombiana -y el imperio quien es quién realmente manda en este país- nunca se ha sentado a la mesa de diálogos por su gusto sino obligada por las circunstancias. Circunstancias político-militares.
En Caracas y Tlaxcala fue obligada por las acciones de la insurgencia armada, y ésta ventanita fue cerrada por César Gaviria con el bombardeo de Casa Verde en 1990.
En el Caguán fue obligada a sentarse por los contundentes golpes propimados por las FARC, golpes que desmorolizaron la tropa oficial. Una vez conseguido el propósito de ganar tiempo para adelantar la reingenería de las fuerzas militares, el imperio estadounidense sacó el Plan Colombia el cual fue aplicado gustoso por Andrés Pastrana y continuado por Uribhitler.
Hoy el imperio gringo y la oligarquía colombiana están preocupados por el resquebrajamiento estatal de Colombia y trata de solucionar los problemas pegándole ”nuevo ladrillos al viejo edificio” del estado, resquebrajamiento que fue adelantado por Uribhitler en sus intentos de institucionalizar el narco-paramilitarismo, es decir, legalizar el narcotráfico y las bandas de paramilitares, utilizados para adelantar las tareas sucias del Terrorismo de Estado.
Santos como parte de la oligarquía habla de paz, de concordia, de ”la guerra no está en mi lenguaje”, pero define el curso de guerra en nuestro país, curso que es determinado definitivamente en los centros de poder imperiales de Washington. Por ello no extraña que el mindefensa Rivera salga ahora con la declaración de que ”la paz y salida negociada no están en la agenda” del gobierno y por el contrario anuncie ”guerra, guerra, guerra”, como si no estuviéramos en las mismas desde 1964.
Evidentemente que ésta posición guerrerista de JM ”La Hiena” Santos y su equipo oligárquico-imperial será hecha trizas por el accionar de la insurgencia armada, que junto al pueblo colombiano adelantarán las acciones de lucha necesarias para imponer diálogos para alcanzar la paz en Colombia. No hay plan militar gringo que pueda vencer un pueblo decidido a la lucha por sus más sentidas reivindicaciones y la oligarquía ha pretendido ”quitarle el agua al pez” no solo con las violaciones de derechos humanos aplicadas al pueblo a través del Terrorismo de Estado del Plan Colombia, sino adelantando programas ”sociales” que le peleé las masas a la insurgencia, sin entender que el pueblo es uno solo y que la esencia profundamente corrupta de la clase política dará al traste con sus esfuerzos.
Así las cosas, la guerra continuará indefinidamente en Colombia hasta tanto el imperio gringo no se convenza de su inutilidad o hasta el desplome total del imperio estadounidense, desplome que cada día que pasa se ve más cerca y más palpable el triunfo revolucionario del pueblo. Son la oligarquía colombiana y el imperio estadounidense quienes determinan la continuidad de la guerra en Colombia.
El pueblo colombiano debe prepararse para ésta contingencia y debe seguir adelante su lucha combinando acertadamente todas las formas de lucha de masas que enfrente la aplicación de las formas de lucha adelantadas por la oligarquía contra el pueblo, a fin de lograr una Nueva Colombia en paz, con justicia social, libertad, democracia, independencia y soberanía nacional.
Sólo así se callarán los clarines de guerra que sigue sonando la oligarquía colombiana y el imperio estadounidense.
/alp
Allende La Paz, NotiColombia Press
07 April 2010. Ésta máxima del marxismo tiene hoy máxima aplicabilidad en Colombia. Y lo ha sido por los intríngulis politiqueros que pretenden mostrar que la situación del país es diferente hoy a cuando se iniciaron los diálogos del Caguán, pero en sentido negativo.
Lógicamente después de 12 años la situación debía haber cambiado, pero si nos ponemos a analizar muy ”concretamente” veremos que sí y que no. Evidentemente la situación ha cambiado en el sentido de la aplicación del Plan Colombia, y la gran cantidad de recursos gastados por parte de los gobiernos de Colombia y Estados Unidos, pero sin lograr el objetivo fundamental: derrotar a las FARC.
De allí se desprende que después de 10 años del Plan Colombia, con una guerrilla no vencida ni militar ni políticamente, y con gran capacidad de propinar golpes sostenidos en tiempo y lugar (como el caso Cauca, por ejemplo), que quienes han salido gananciosos son precisamente la guerrilla de las FARC porque contuvo el Plan Colombia, demostró que ni con la mayor tecnología de punta los han podido vencer (aviones no tripulados, aviones espías, armas de última generación como las bombas inteligentes, etc), aprendió a combatir las fuerzas militares-narcoparamilitares en ésta nueva fase, y se da el lujo de pelearles largo tiempo en zonas con inmensas cantidades de tropa oficial (20 mil soldados en el Guaviare, 25 mil en el Cauca, etc), y el Plan Colombia se les está desgastando a ojos vista y tendrá que ser reemplazado por otro ”nuevo” plan, que en el fondo son lo mismo: Represión, guerra, asesinatos, masacres, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, desplazados, etc.
Algunos ”analistas” dirán pero les mataron a las FARC a Raúl Reyes, Iván Ríos, y muchos mandos medios. Si, pero en la dinámica de la guerra, más en la de guerra de guerrillas, cuando un mando cae, por importante que sea, ya hay uno con capacidad de sustituirlo, y muchos que hacen cola. La muerte de un comandante no es el problema, es un golpe pero no es el problema, el problema es que si las condiciones que dieron origen a la guerrilla de las FARC persisten, persistirán las FARC por siempre, per secula seculórum. Y sanen por qué? Porque las FARC interpretan a unas clases oprimidas que le dan su razón de ser, en todo sentido. Ideológicamente, en recursos humanos, en recursos de todo tipo.
Entonces, la situación es diferente pero en sus fuentes originarias sigue siendo igual, mejor dicho sigue siendo igual y peor para el país. Las causas políticas, sociales, económicas, siguen siendo peor hoy que en 1964 y por ello vemos una guerrilla como las FARC que en ocasiones tienen un crecimiento inusitado, de acuerdo con las circunstancias concretas del país, pero como guerrilla ese crecimiento está influído por su misma naturaleza porque una guerrilla hipertrofiada en cantidad le quita su propia esencia de guerrilla. La convertiría en un ejército regular, paquidérmico, y en las condiciones de Colombia sería su muerte. Ello no significa que las FARC no pueden dar ”saltos” a formas de guerra más avanzadas. De hecho los ha dado. Hoy es un ejército irregular.
Así las cosas, vemos que la oligarquía y el imperio no han contemplado éstas variables y por ello la equivocación persistente de querer ”vencer” a las FARC para llevarlas a una mesa de negociación. Significa ésto que lo que se pretende es ”negociar con la guerrilla” su desmovilización y que las cosas continúen igual, es decir, exclusión política, económica, social? Sí, esa es la meta oligárquica-imperial.
Si la oligarquía y el imperio quieren ser honestos y sinceros deben contemplar unos diálogos de paz de manera seria que discutan con las FARC, acompañadas por el conjunto del pueblo colombiano, el actual estado de cosas del país y acometer sus soluciones.
En el Caguán se avanzó hacia un cronograma de discusión y abordaje de los principales problemas del país. Se iniciaba este ciclo con la discusión del desempleo pero en esos momentos el imperio por boca de Mr. Clinton dió la orden a la oligarquía que pateara la mesa. Pero ahí está ese Acuerdo mínimo del Estado -representado por el gobierno- con las FARC para cuando se reinicien los diálogos de Paz.
Los diálogos del Cagúan no fueron un fracaso. La sociedad colombiana, el pueblo, avanzó hacia la identificación de los principales problemas que agobian y asfixian al pueblo colombiano por las políticas pro-imperiales de la oligarquía. Serán base de la discusión y del posterior diálogo en las mesas de paz que tendrán que organizarse para solucionar el conflicto.
La situación concreta lo exige.
Ello ha sido visible en la relación que hemos hecho de las guerras en Colombia: ”En el siglo XIX debemos recordar la Guerra de la Patria Boba; la Guerra Civil de 1831; la Guerra de los Supremos o de los Conventos 1840; la Guerra Civil de 1851; la Guerra Civil de 1854. La Guerra contra Melo; la Guerra Civil de 1860 – 1862; la Guerra Civil de 1876-1877; la Guerra Civil de 1885; la Guerra Civil de 1895; la Guerra de los Mil Días.
Nueve guerras entre sectores de los ‘ricos’, llámense federalistas, centralistas, liberales o conservadores, que para los efectos son los mismos. Son esos sectores los que adelantan la guerra, lo que un investigador colombiano llama los ‘hacedores de la guerra’, y a ella llevan a los sectores populares como carne de cañón. Es de señalar que en la Guerra de los Mil Días es notoria la presencia de niños combatientes, a ojos vistas de los ricos liberales y conservadores que adelantaron la guerra, lo cual no era ‘mal visto’ por los sectores en el poder y quienes se lo disputaban.
Colombia inició el Siglo XX en medio de la Guerra de los Mil Días, que duró entre 1899 y 1902. Esta guerra, que se puede enmarcar dentro de las demás guerras civiles del siglo XIX colombiano se agravó cuando la dirigencia liberal ordenó a sus casi vencidos ejércitos no rendirse y refugiarse en la guerra de guerrillas, según nos dice Wikipedia”.
Posteriormente en 1948 se inicia uno de los períodos más violentos llamado precisamente ”La Violencia”, agenciada desde el estado y que creó las monstruosas criaturas de ”los pájaros”, lo cual dió por resultado más de 300 mil muertos y un millón de desplazados internos.
Este ejercicio violento del poder dió como resultado una nueva forma de acumulación capitalista, el despojo de tierras y ganados a los campesinos y el nacimiento de nuevos ricos, nuevos terratenientes.
Ya en 1964 la oligarquía colombiana, apoyada por el imperio estadounidense, recurre nuevamente a la guerra contra 48 campesinos (46 hombres y 2 mujeres) a través del Plan LASO pretextando unas inexistentes ”repúblicas independientes” y el anticomunismo más burdo. A raíz de esto nacen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), las cuales han soportado todos estos años la declaratoria de guerra de todos los presidentes que han llegado a la Casa de Nariño.
La oligarquía ha esgrimido el pretexto de las ”guerrillas” como causa y no como consecuencia de su política guerrerista. Es la total inversión de la realidad ya que de esa manera utiliza la guerra para implantar por la fuerza la más hambreadoras políticas dictadas desde los centros de poder del imperio. Planes tras planes las FARC han enfrentado la política de guerra de la oligarquía con el agravante que el estado no ha tenido ningún empacho moral en utilizar las bandas de narcotráficantes para realizar las sucias tareas contrainsurgentes vedadas a sus fuerzas militares, fenómeno conocido como narco-paramilitarismo.
A través de la guerra la oligarquía ha implantado todos los planes económicos elaborados en los Estados Unidos y sus aliados imperiales, y ha sometido al pueblo a la más aberrante expoliación de sus recursos naturales, en un proceso similar al desplazamiento forzoso realizado por las bandas narco-paramilitares, al tiempo que les viola sus derechos humanos al convertirlos en ”enemigos internos” para ”secarle el agua al pez”, las FARC. Como en la primera "Violencia" en ésta segunda la oligarquía creó sus demoníacas criaturas llamadas "los asesinos de la MotoSierra" los cuales descuartizaban vivas , o "Los Mochacabezas" quienes jugaban al fútbol con las cabezas de sus víctimas.
A pesar de la insistencia de las guerrillas, especialmente las FARC, de buscar una salida política al conflicto interno, la oligarquía continúa implantando la política de guerra por orden del amo imperial. Así las cosas, la guerra en Colombia seguirá per secula seculorum hasta que el imperio lo determine, o hasta que las FARC les gane la guerra.
Esa ”salida” sin salida del conflicto interno privilegiando la guerra y ansiando un triunfo sobre las guerrillas es el más grande despilfarro de recursos económicos y humanos, sin salida que a los Estados Unidos le reporta pingües ganancias. Es de todos sabido que es casi imposible derrotar una guerrilla con amplio apoyo de masas, máxime si como han demostrado las FARC ellos son ”pueblo en armas”.
Allende La Paz, NotiColombia Press.
La paz es un tema recurrente en la vida nacional. La existencia de un conflicto armado desde cuando en 1964 el gobierno de Guillermo León Valencia puso en marcha el gringo Plan LASO, hasta el día de hoy, habla de la necesidad de buscar la paz. Mas no es de cualquier paz. La paz que pretendemos los revolucionarios colombianos es una paz con justicia social.
No es la pax romana que han pretendido los diferentes gobiernos oligárquicos. Es la Paz viva, dinámica, si se quiere alebestrada, que irá encontrando nuevos caminos y encontrándose y reencontrándose en nuevas formas y colores, la que queremos.
Una paz que necesita del concurso manifiesto, solidario, movilizador, de todos los colombianos. Por ello surge la pregunta de ”qué es la paz para los revolucionarios”? La paz es una etapa en la vida de los pueblos en los cuales la política no se hace a través de los fusiles y brinda la oportunidad de que el poder del estado pase a manos del pueblo que entonces dirige sus propias políticas para satisfacer sus reivindicaciones largamente aplazadas. Ello significaría oportunidades iguales para todos.
Ello de por sí excluye la guerra, como escenario de la vida de los pueblos. Las guerras modernas demuestran la lógica del modelo enonómico capitalista que vé ”normal” que los pueblos sean destrozados por la maquinaria militar del país invasor o del nativo y, dentro de aparente irracionalidad, sacrifican el bienestar y la vida auténtica de las grandes mayorías de un país (El jóven Carlos Marx y los desafíos de la construcción de los ideales. Lic. Blanco Rivera, Juan Alberto. Lic. Pita, Liván http://www.cubasocialista.cu/texto/cmii/cmii13.htm)
Las víctimas en las guerras se convierten en desechables, en ”simples datos estadísticos”, y en el caso colombiano ello está demostrado en el manejo perverso de las cifras de ”guerrilleros abatidos o dados de baja” en los informes de cada año del ministerio de defensa, cifras por demás manipuladas y mentirosas. Ese manejo perverso nos pone de cara a la defensa del bien primordial de los pueblos: la vida. Por ello, la defensa de la vida del ser humano deviene en el primero y fundamental derecho humano porque ”sin vida es imposible vivir y al no poder vivir no se pueden disfrutar los otros derechos humanos”.
Y es que bajo la excusa de ”estamos en guerra” es que el estado colombiano comete toda clase de tropelías contra sus conciudadanos, así después diga que no hay ninguna guerra ni conflicto y lo que hay es una ”amenaza terrorista”. La guerra está más que demostrado ha sido ejecutada, desarrollada desde el estado, contra el pueblo. La guerra ha sido además el instrumento de que se han valido las oligarquías para adelantar el ”reparto de la riqueza” despojando, expoliando, a los campesinos e indígenas dueños de la tierra, riqueza que va a parar a muy poquitas manos (10% del total de población).
La Paz con Justicia Social significa entonces paz con respeto de todos y cada uno de los derechos humanos. Ni una violación de derechos humanos es la consigna. No es la disminución de las tasas de violaciones, no hay paz si se viola el derecho a la vida de 10, 20, 50 seres humanos. Tampoco habrá paz si se violan sus otros derechos humanos. Si hay paz se hace innecesario la ”necesidad” de violar los derechos humanos de una o unas personas.
Desde luego que, además, no es solamente conseguir el respeto a los derechos humanos y políticos, sino que haya el abordaje de las causas sociales que han generado el conflicto. Causas sociales que se han vuelto profundas y dramáticas por la desidia estatal que ha echado en el olvido la situación de vida del pueblo colombiano, mientras se dedica a hacer la guerra para hacer más ricos a los ricos, más capitalistas a los capitalistas, más terratenientes a los terratenientes.
La paz entonces deviene en el más bello homenaje que le hace el pueblo al pueblo mismo. Esa paz con justicia total encarará la aculturación producida por años y años de diversionismo cultural, de aculturación, de implantación de la cultura de la violencia en la vida del pueblo.
Esta paz no nos la van a regalar. La oligarquía y el imperialismo hacen la guerra de variadas maneras y están preparados para hacaerla porque es su única forma de arrebatarle al pueblo sus riquezas. Contra ellos debemos y seguiremos luchando hasta alcanzar el objetivo. Habrá cansancio en algunos. Habrá acomodamiento en otros. Habrá traiciones y falencias. Pero debemos persistir en la lucha. Conquistar la paz es el mejor homenaje que le podemos hacer a nuestros muertos.
Debemos estar entendidos de que alcanzar la paz es apenas un escalón en el camino de la lucha por la Nueva Colombia. Y lo estamos transitando con optimismo en el futuro.